Los suelos arenosos han desempeñado un papel crucial en la supervivencia de las vides frente a la plaga de la filoxera. Esta plaga, originaria de América del Norte, afectó gravemente a los viñedos europeos a finales del siglo XIX y principios del XX. Sin embargo, las vides plantadas en este tipo de suelos en Nieva y alrededores demostraron una notable resistencia frente a ella.
Este tipo de suelos no favorecían la creación de galerías subterráneas ya que su estructura colapsaba. Por eso, los insectos no podían reproducirse con la misma facilidad que en los suelos más pesados. Además, las raíces de las vides en suelos arenosos podían crecer más profundamente y extenderse en busca de agua y nutrientes, evitando así el ataque de los insectos en las capas superficiales. Su estructura suelta y permeable permitía un mejor drenaje y una mayor circulación de aire alrededor de las raíces de las vides.
Los suelos que rodean nuestros viñedos en Ossian funcionaron como barrera natural contra la filoxera, permitiendo su continuidad en momentos en los que en muchas regiones vitivinícolas desaparecieron. Hoy, las cepas de variedad verdejo que nuestros antepasados plantaron en el entorno de Nieva son el origen de los vinos que elaboramos y están cargadas con las sabiduría de décadas y de siglos de tradición vitivinícola.